Y no nos metas en tentación, más libranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Este último fragmento del Padre
Nuestro puede causar confusión, pues en esta versión, pareciera que es Dios el
que nos induce a la tentación, pero en otras traducciones, como la Nueva
Traducción Viviente aparece como: “No permitas que cedamos ante la tentación”.
La idea es que le estamos pidiendo al Padre la fuerza para no ceder ante las
tentaciones. En el libro de Santiago 1:13-14, encontramos lo siguiente: “Cuando
alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no
puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es
tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”.
Por otra parte, se le pide al
Padre que nos libre del mal, porque debemos saber que el diablo está empeñado a
los hijos de Dios, enviándoles enfermedades, carencias, problemas, dificultades,
trampas, etc., con el objeto de destruirlos o robarles la paz. Por eso es
importante pedir protección para que todos los ataques del maligno, no tengan
efecto en nuestra vida y podamos vivir cada día en victoria.
Al respecto de la última parte
del Padre Nuestro, vemos que es como en su principio… alabanza. Es un
reconocimiento a los atributos del Padre.
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