LA ORACIÓN
El tema de la oración, por ser un tema extenso, lo presentaremos a través de una serie que iremos desarrollando por partes para su mejor enseñanza, y el día de hoy damos inicio con la primera parte:
Uno de los pilares fundamentales de la vida cristiana es la
oración, y es quizás lo que menos se hace, porque el cristianismo se ha
convertido en una religión más… lleno de liturgias, costumbres y ritos.
En el evangelio según San Lucas 11:1, nos damos cuenta que la petición de que uno
de los discípulos le hace a Jesús es que les enseñara a orar, y Jesús le
responde lo que todos conocemos como el “Padre Nuestro”, la cual no es, a
diferencia de lo que muchos piensan, una oración para ser repetida religiosamente, sino
es una guía o un modelo de oración que abarca diversos aspectos que veremos a
continuación en el orden que Jesús los presentó:
Padre nuestro que estás en los cielos
La oración inicia reconociendo que Dios es esencialmente
padre… pero ¿por qué un padre? porque un padre es el que protege, da seguridad,
y provee para cubrir todas las necesidades de sus hijos.
El origen de la palabra “padre” proviene del latín pater: El
que tiene autoridad, el que gobierna, al que se le obedece y al que se le
respeta.
En el contexto judío de la época de Jesús, vemos que la palabra utilizada es abbá, la cual es una palabra perteneciente a la lengua aramea cuyo significado es 'papá'. En las lenguas semíticas el vocablo 'Ab' significa 'fuente', en hebreo se escribe אב y tiene ya el significado de 'padre', fuente constante de vida. En arameo Abbá se escribe אבע y literalmente significa “oh, padre” o “el padre”.
Era el nombre cariñoso que usaban los niños arameos (III A.C - III D.C) al referirse a sus padres, y combina algo de la intimidad de la palabra española “papá” con la dignidad de la palabra “padre”, de modo que es una expresión informal y a la vez respetuosa. Por lo tanto, más bien que un título, era una forma cariñosa de expresarse y una de las primeras palabras que un hijo aprendía a decir.
¿Y por qué nuestro?
En el evangelio según San Juan, leemos que los judíos le
exigieron a Pilato que crucificara a Jesús porque se hizo a sí mismo Hijo de
Dios (Juan 19:7) Entonces la pregunta es: ¿Por qué nosotros sí le podemos
llamar Padre nuestro en la certeza que lo es?
La mayoría de personas que dicen ser cristianas creen que
Dios es el padre de toda la humanidad y por consecuencia todos los seres
humanos son hijos de Dios, pero basándonos en el Evangelio según San Marcos
16:15:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”.En este versículo vemos claramente que los seres humanos son criaturas de Dios, pero para convertirse en hijos se debe cumplir lo que establece el evangelio según San Juan 1:11-13:
“A lo suyo vino y los suyos no le recibieron. Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”
Cuando se refiere a "que estás en los cielos" claramente se establece
que no habla de nuestro padre biológico, sino a uno que se convirtió en nuestro
padre cuando recibimos a Jesús como nuestro Salvador.
En la oración nos acercamos a Dios como hijos y como tales, tenemos privilegios, herencia y responsabilidades.
El ser hijos de Dios es lo que nos da identidad.
